lunes, 18 de julio de 2011

Economía de la naturaleza

(Fuente: Perfil.com) El belga Gunter Pauli lanza en La economía azul (Tusquets) una propuesta revolucionaria, que supera los dos modelos que se han revelado ineficaces: el de la economía financiera, basado en el crédito y la deuda, y el de la economía verde, que trata de preservar el medio ambiente a costa de grandes inversiones que lo vuelven inviable. La economía azul busca servirse del conocimiento acumulado en millones de años por la naturaleza. Puede que por fin estemos comenzando a poner freno al consumismo ilusorio que ha empujado a la economía a una deuda inasumible. Exhortar a los consumidores a gastar más es un estereotipo de la lógica ciega que engatusa a los ciudadanos para que compren su salida de la crisis a base de endeudarnos todos, también a las generaciones venideras, más allá de nuestra capacidad de reparación futura. Esta desmesura aspira la liquidez del mundo entero hacia una “banconomía” elitista que niega los créditos al resto. Tales acciones están en la base de un modelo económico ruinoso, una economía roja que toma prestado de la naturaleza, de la humanidad, de los bienes comunitarios, sin intención de saldar la deuda, tan sólo de posponerla. Las insaciables economías de escala buscan costes marginales cada vez más bajos para cada unidad adicional manufacturada, abstrayéndose de las consecuencias no deseadas. En comparación, el modelo de la economía verde ha requerido que las empresas invirtieran más y los consumidores pagaran más para conseguir lo mismo, o menos, a cambio de preservar el medio ambiente. Si en el apogeo del crecimiento económico esto ya era un desafío, en una época de vacas flacas es una solución con pocas posibilidades de prosperar. La economía verde, a pesar de su derroche de buena voluntad y esfuerzo, no ha conseguido la ansiada viabilidad. Si nos desplazamos sobre el espectro, vemos que una economía azul aborda la cuestión de la sostenibilidad yendo más allá de la mera preservación. La economía azul se basa en la regeneración. Podríamos decir que la economía azul consiste en asegurar que los ecosistemas mantengan su trayectoria evolutiva de manera que todos podamos beneficiarnos del inagotable caudal de creatividad, adaptación y abundancia de la naturaleza. Cuando adoptamos los conceptos de la economía azul, las decisiones de millones de actores pueden imponerse al dirigismo de unos pocos fabricantes, monopolios o controles estatales, y una nueva y poderosa estructura económica y social comienza a manifestarse. La implicación y el compromiso de los ciudadanos es lo que modificará las reglas del juego y propiciará un cambio real. En un momento histórico en el que los máximos de petróleo y de alimento son claramente volátiles, podemos extraer ideas prácticas e inspiración de los ecosistemas si observamos su capacidad de superar mediante la creatividad y la evolución los desafíos a que han de enfrentarse para sobrevivir. NOTA COMPLETA

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