(Fuente: Le Monde Diplomatique) Hay
una falta de visibilidad general. Acontecimientos imprevistos irrumpen
con fuerza sin que nadie, o casi nadie, los vea venir. Si gobernar es
prever, vivimos una evidente crisis de gobernanza. Los dirigentes
actuales no consiguen prever nada. La política se revela impotente. El
Estado que protegía a los ciudadanos ha dejado de existir. Hay una
crisis de la democracia representativa: “No nos representan”, dicen con razón los “indignados”. La gente constata el derrumbe de la autoridad
política y reclama que ésta vuelva a asumir su rol conductor de la
sociedad por ser la única que dispone de la legitimidad democrática. Desde
el punto de vista antropológico, estas crisis se están traduciendo por
un aumento del miedo y del resentimiento. La gente vive en estado de
ansiedad y de incertidumbre. Vuelven los grandes pánicos ante amenazas
indeterminadas como pueden ser la pérdida del empleo, los choques
tecnológicos, las biotecnologías, las catástrofes naturales, la inseguridad generalizada... Todo ello constituye un desafio para las
democracias. NOTA COMPLETA
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